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El efecto Pigmalión podemos definirlo como las expectativas que las personas tenemos sobre las posibilidades sobre el potencial de otros seres humanos o nosotros mismos poseemos. Estas expectativas influyen directamente sobre el rendimiento.

Las repercusiones de este fenómeno son importantes a nivel educativo. Cuando se espera lo mejor de un niño y, de forma directa o indirecta, se le transmite probablemente el niño se esfuerce y sus resultados sean mejores que si, por el contrario, no esperamos nada de él y lo etiquetamos como “torpe” o “lento”.

El origen del efecto Pigmalión debemos buscarlo en la mitología griega. Pigmalión fue un escultor que se enamoró locamente de su obra, llamada Galatea. Debido a su amor la diosa Afrodita la convirtió en carne y hueso.

No obstante, el efecto Pigmalión es un arma de doble filo: es posible tener grandes expectativas en una persona, creer que puede llegar lejos, y conseguir transmitirle nuestros “pensamientos positivos”, de forma que influyan en su vida. Pero, por otro lado, también podemos influir negativamente en sus decisiones si pensamos que son unos fracasados.

Todas las personas influimos en el resto, por ejemplo ¿no os ha ocurrido nunca llegar a un examen relajado y contagiarte del nerviosismo de tus compañeros, al ver sus actitudes?. Cuando acudes a una tienda y la persona te habla de forma ruda, ¿no os parece realmente difícil contestarle con una sonrisa? Tras estas reflexiones tenemos que ser conscientes de que los profesores tienen un gran poder sobre los alumnos, ya que son el ejemplo a seguir por ellos, y de su actitud va a depender no sólo el resultado de una asignatura, sino puede que también dependa el resultado de su futuro.

Obviamente, todos somos personas, incluidos los profesores y como tales quizá sea inevitable el hecho de etiquetar a ciertos alumnos conflictivos, y esto puede influir negativamente en su desarrollo.

El ejemplo más tangente en el ámbito educativo del efecto Pigmalión es el movimiento integracionista, que surgió en los años 70 en EEUU. Consistía en el hecho de que los alumnos con discapacidad compartieran aulas con las personas sin ella. De esa forma, las personas discapacitadas se rodeaban de un ambiente “normal”, y las expectativas sobre ellos eran prácticamente las mismas que las de personas no discapacitadas. De esa forma, se alcanzaban mayores rendimientos y a su vez que se establecía una mayor socialización, lo cual era positivo para ambos colectivos.


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Otro ejemplo a nivel educativo, y tal como detalla Elisa Oyonarte, hay una tendencia seguida por el Doctor Estivill, que consiste en reforzar el comportamiento positivo, y obviar el negativo. De esa forma, conseguimos que no se creen etiquetas negativas sobre los niños. Podemos comprobar esto en el programa de televisión Supernanny, donde se aplica este método en todos sus capítulos.





Podemos encontrar efecto Pigmalión en cualquier ámbito de nuestra vida. Todos conocemos la película Matrix, donde un joven Keanu Reeves, es el elegido, y de ser una persona normal se transforma en un superhéroe que debe salvar el mundo. Las expectativas de todos sus compañeros hacen que consiga su propósito.


O también la película de 1950 Nacida Ayer, que posteriormente protagonizó Melanie Griffith en un remake junto con su compañero sentimental de aquel entonces Don Johnson.


La conclusión de todo esto es que debemos saber que los profesores ejercen mucha influencia sobre los alumnos, por lo que hay que saber qué es el efecto Pigmalión y cómo utilizar sus efectos positivos sobre el alumnado.

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